Elías es mi amigo, buen tipo, soñador empedernido, divino emprendedor de causas perdidas. Ha montado obras de teatro en salas barriales con tal de que no las cerraran para siempre; fundó revistas de cultura que poco tiempo después, fundió; llegó a poner un barcito en Almagro para tomar café y leer (...)
Jacinto ni sabe qué cosa es Papá Noel. Vive hacinado en la Villa 20 de Lugano, y ya a los diez años conoció todo tipo de disfraces en el calabozo al que lo empujan seguido policías disfrazados de personas.
El 19 de diciembre de 2001 se le moría María, su amor encantado, su amor adorado, su amor. Esa mano que tanto Martín había apretado, acariciado, no respondía.
La otra mañana ocurrió un hecho curioso en la Plaza Miserere, llamada Once también por la cercanía de la estación terminal 11 de Septiembre del infausto ferrocarril Sarmiento.
La señora dice que se le vence la cuota de la hipoteca, antes de pasar por la afrancesada puerta principal que da a la avenida Libertador del enorme casino que funciona en el Hipódromo de Palermo. Y que no le alcanza para pagar, y que entonces lo que tiene se lo va a jugar a las maquinitas, las (...)
Venía caminando por la ribera del Riachuelo como podía, con los hombros vencidos. Amanecía y no sabía qué había hecho en las últimas horas.
Aunque se empecinaran en poner rejas y cerrojos, Lito se las arreglaba para meterse en el Rosedal de Palermo en los amaneceres, y con la urgencia de Vincent en Arnés, dibujaba con desesperación cada nueva rosa que descubría.
Buenos Aires amanecía oscura, no amanecía. La gente con trabajo no sabía si salir a trabajar porque todavía anochecía. Se sentía la algarabía de los murciélagos en las terrazas de los edificios vacíos. Apasionadas parejas de amantes volvían a brindar por la extendida (...)
Iba manejando en la 9 de Julio macrista y escuchaba AM/FM, sufriendo el reflejo de la TV en la radio, música berreta , risotadas sin sustento, mal gusto desbocado, todo tan parecido a la energúmena pantalla chica. Hasta que de repente, tras un semáforo, sentí un golpe y la puerta del acompañante se (...)
De tanto bochinche, los fantasmas despertaron. Tras la noche de los museos del sábado, cuando mucha gente junta husmeó hasta la madrugada, las sombras quedaron alteradas, y ahora salen a circular cuando el crepúsculo llega, y se tropiezan y mascullen y discuten, y la nada han perdido algunas, (...)
La mañana en la plaza era ideal. Estaba fresco en la ciudad, pero aún así nos tiramos bajo un abeto azulado, porque no nos queríamos perder su deslumbrante sombra. Habíamos caminado bastante, y a decir verdad, los dos ya estamos grandes. Mora me miraba jadeando pero con esa cara sonriente que sabe (...)
Yo tenía un amigo periodista de esos de los de antes, bien porteño, valiente, obstinado defensor de la verdad, bohemio a ultranza. Le gustaba tomarse unas copas después de salir de la redacción, para filosofar y navegar, no en la red, sino en los avatares de la vida (...)
Hay un extraño taximetrero que adora trabajar de noche por Buenos Aires, porque asegura que bastante a menudo se le suben fantasmas que parecen personas pero no lo son, y que él no les tiene miedo y los lleva...
El cartón no flota, el agua de lluvia se lo pudre y al final la corriente se lo lleva. Como pequeños sauces empapados tratan de correrse el pelo de la frente, para intentar una manera de pensar en cómo harán para comer mañana.
¿Quiénes serán esos dos que andan por la ciudad derritiendo brusquedades? De la mano, ella lo llama Andrés, y cuando él va a abrazarla, le susurra Estefi al oído. Van besándose por el barrio, abrumando con su estela la fatalidad de los indiferentes, se echan en el pasto a reclutar estrellas y atrapan (...)
Discepolín moderno, Mozart rockero, cortaziano compositor de letras, flaco de la calle y gordo de musas, cuando tenga sesenta y cuatro cantaban tus Beatles y ya llegaste a los 63. Bombardean Buenos Aires si tu música se apaga; dale Charly, si de todas maneras la ciudad se nos va a mear de risa, (...)
No hay dónde hablarle a Gustavo, y por eso cada tanto su primo va a ese Parque de la Costanera, a rozar apenas su nombre en ese gigantesco muro de granito con cientos de nombres y ninguna flor.
Cemento más cemento, edificio sobre edificio, patio interno, contraluz, siempre contra la luz se fue haciendo esta Buenos Aires moderna. Asfixia esta ciudad sin planes, que se pone de nuca contra el río, que babea negocios inmobiliarios desde el poder, que en cuanto hay un resquicio levanta un (...)
La ciudad parece masoquista en el nombre de algunas de sus calles. Llamar Rivadavia a su orgullosa avenida más larga, es un autoflagelo si se tiene en cuenta que Bernardino fue el que dio el puntapié para nuestra inmortal deuda (...)
Perdidos en la noche, vieron de nuevo a la luna ponerse roja. Volvió a eclipsarse Buenos Aires, como si ya no fuera suficiente el desengaño de los que ni pueden acariciarla, corriendo su locura diaria. Pero hay quien dice que la luna sonrojó de pudor por ese beso que no se va a dormir, y está (...)
Ahí va María volando, urgente, con su cuerpito en ráfaga, a alcanzar en el mundo de los buenos a su nieto Walter.
A los que no tienen nada, cuando llueve, se les moja el corazón que aún resiste, porque con la lluvia vuelven a notar que solamente el sol tienen fiado en la cuenta.